Un aviso. Unas pautas. Una rutina establecida. Y Marco, del equipo de ARIA en Sevilla, que se dirige al parque donde se había citado con Cristina, la persona que ha hecho posible todo esto. Nos encontramos un perro que llevaba meses por allí y que se cruzaba Alcalá de Guadaíra de punta a punta, viendo la vida pasar y los peligros venir. La comida de los gatos. La comida que le empezó a echar la gente. El agua de un charco y el refugio de una casa abandonada cuando llovía. Eso era todo lo que tenía. Creemos que alguien más lo había intentado coger, queremos pensar que con buena intención, porque alguna vez se le había visto con una cuerda al cuello. A otros en cambio les parecía divertido tirarle palos y asustarlo más de lo que ya estaba... ya no va a sufrir más la mala fe de las personas, pero esas personas seguirán formando parte de una parte enferma de la sociedad que no solo asusta a los perros a los que les tiran palos y eso es lo que más miedo da de todo esto. Pero quedémonos con lo bueno, un perro menos en la calle y un contacto más en nuestra agenda que ama y respeta a los animales tanto como nosotros. 

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